Friday, September 28, 2007

Anuncio Estupidos

Hay un anuncio al subir el autobús esta mañana, uno que prohíbe, para variar. Antes de pensar cualquier cosa, recuerdo aquella frase la cual dice, más o menos, que los seres humanos hemos desarrollado muy bien nuestra libertad para prohibir... y no puedo más que estar de acuerdo. En esta ocasión, el aviso le dice a todos los ocupantes, de manera por demás imperativa, que no permanezcan parados en las escaleras, situación incómoda por supuesto, extrema sin duda ante la problemática escasez de trasporte público eficaz, o tal vez producto de la perezosa fuerza laboral de este país, incapaz de salir cinco o diez minutos antes del momento justo en que el tiempo, implacable como siempre, los lleve rumbo a sus trabajos a punta de tropezones, empujones entre quienes osaron retar al reloj, peligrosas carreras a todo tacón por las accidentadas banquetas citadinas... Aquel que llegue a la meta recibirá el perdón cotidiano y una buena taza de café mientras farfulla con sus congéneres; los que no logren la hazaña, serán castigados por el checador, tal vez regresándose a sus casas: un día de vacaciones sin goce de sueldo puede ser una bendición para unos, o una tragedia de proporciones griegas para otros, todo depende.

Sin embargo, el anuncio va más allá. El señalamiento presenta, p
revio círculo rojo con una diagonal prohibitiva encima, la imagen universal que representa a una persona (ya saben: un ente erguido, con los brazos rectos en los costados, las piernas inmaculadamente estiradas, sin rostro para que todos, sin distinción, nos podamos ver y sentir a-pelados por este ente producto del diseño de la comunicación prohibitiva); el mismo personaje que nos indica cuál es el baño de los hombres, ése que nos avisa cuándo cruzar una calle, en fin, no hay mucho m*******da que añadir al respecto... Este ingenioso anuncio, pues, resulta una suerte de incitación a prohibir humanos.

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